No toda obra de construcción forma parte de la arquitectura, sino sólo aquella que trasciende al hombre y al mundo. Por lo tanto, toda obra que tome verdaderamente en serio aquello que el hombre es y el mundo en el que vive (el lugar) deja de ser un objeto construido que cumple ciertas necesidades, para convertirse en una obra que eleva a la persona y le recuerda la grandeza de su humanidad.