HabÃa una silla libre.
Nos sentamos en ella.
Dije que si el destino nos era favorable,
lo tendrÃa en mi mente.
Pero mi corazón
no late.
No late como solÃa hacerlo.
Y mis ojos,
no ven como solÃan ver.
Apenas te ven.
Y mis labios,
no besan.
No besan como solÃan hacerlo.
Y mis ojos no te reconocen.
Por motivos desconocidos.