En los dÃas de mi más remota antigüedad, cuando el primer temblor del habla llego a mis labios, subi a la montaña santa y hable a Dios, diciendole: "Amo, soy tu esclavo. tu oculta voluntad es mi ley, y te obedecere por siempre jamás".
Pero Dios no me contestó, y pasó de largo como una potente borrasca.
Y mil años después volvà a subir a la montaña santa, y volvà a hablar a Dios, diciendole: "Creador mÃo, soy tu criatura. Me hiciste de barro, y te debo todo cuanto soy".
Y Dios no contesto; pasó de largo como mil alas en presuroso vuelo.
Y mil años después volvà a escalar la montaña santa, y hablé a Dios nuevamente, diciéndole: "Padre, soy tu hijo. Tu piedad y t