Cuando muera no quiero que se me celebre ningún tipo de ceremonia religiosa. Que mi muerte no sirva de lucro para ningún servicio eclesiástico. Simplemente quiero que me incineren y hagan lo que quieran con mis cenizas. Si mis seres queridos se quieren reunir y decir unas palabras o conmemorar mi memoria de alguna manera, son libres de hacerlo. Sean creativos.