TenÃas la piel erizada y te reÃas. Estábamos tan próximos que no podÃamos vernos, ambos absortos en ese rito urgente, envueltos en calor y el olor que hacÃamos juntos. Me abrÃa paso por tus caminos, tus manos en mi cintura encabritada y las mÃas impacientes. Te deslizabas, me recorrÃas, me trepabas, me envolvÃas en tus piernas invencibles, me decÃas mil veces ven con los labios sobre los mÃos. Yo te apartaba el cabello para mirarte a los ojos.
Asà te recuerdo, con calma.