Entonces, por fin aparecen los puntos blancos en la atmósfera tranquila y oscura, acompañada de un suave olor a arena, olor a arena mezclado con sal, olor que se impregna en los múltiples poros de la piel logrando sentir su frescura y su vaga paz.
La palmera ondeante y coqueta saluda a la luna esperanzada en algún dÃa poder alcanzarla, se mece y mira alegre a las estrellas, que le devuelven su luz con una mirada parpadeante, mientras yo sintiendo la arena en mi cuerpo y en mis dedos, cada grano se fija en la piel como si fuera parte de mi y no quisiera dejarme. El mar me muestra un sonido constante y apasionante, difÃcil de ignorar, sus olas son testigos de que el mar es impetuoso y