Ella sonrió.
Tengo una manzana que piensa que es una pera —dijo sosteniéndola en alto— Y un bollo que piensa que es un gato.Y una lechuga que piensa que es una lechuga.
—Entonces es una lechuga inteligente.
—No mucho—dijo ella con una risita delicada—. Si fuera inteligente, ¿por qué iba a pensar que era una lechuga?
—¿Ni siquiera si fuera una lechuga? —pregunté.
—Sobre todo si fuera una lechuga —dijo ella—. Ya es mala pata ser una lechuga. Pero peor aún pensar que se es una lechuga