Me conecto con mi Yo Superior y le recuerdo me encuentro a su Servicio, que soy su Instrumento, pues nadie más que el sabe lo mejor para mÃ, puesto que ÉL soy yo; y yo soy ÉL. Me pongo a su servicio porque estándolo estoy a mi servicio. Ahora la visión del EspÃritu Santo es mi propia visión. La comprensión del mundo que me rodea y la comprensión del EspÃritu Santo es una sola. Somos una unidad para mi mayor y más elevado bien. La voluntad de Dios se funde con mi voluntad humana y me dejo guiar paso a paso por mi Yo Superior, para mi bien más elevado. Somos uno. Somos el todo. Somos la totalidad de la magnificencia divina.