¡hola!
Mi nombre no importa, lo considero demaciado burdo y sólo lograrÃa opacar la gracia y el don de mis sentidos, por lo tanto, tú lector, te entrego la posibilidad de fantasear y sustantivar con alguien que llene y que esté a la altura de ésta narración.
Nacà en un pueblo dotado de hermosos paisajes y una naturaleza vasta; el clima compactaba con los movimientos sensuales y cadenciosos de las mujeres del lugar, que provocaba el filtreo de los hombres extasiados por los olores del sudor y el bochorno del ambiente.
Llegué a este mundo una tarde del mes de septiembre, mi madre, una mujer mojigata, llenaba perfectamente el concepto de decencia de la época. Educada en un medio do