Hace muchos, muchÃsimos años, en una tarde invernal, mientras caÃa intensa nevada, el Hombre Visible llegó a un albergue situado en los confines septentrionales del reino de los Hombres Invisibles. Pidió una habitación y una copa de coñac al dueño del albergue. Y cuando éste la hubo traÃdo, sentóse a descansar a la orilla de la chimenea, donde ardÃa un hipnótico fuego.
Esa noche durmió sin sobresaltos. Pero a la mañana siguiente, cuando desde el baño vio cómo, por manos invisibles, la cama se hacÃa sola; y cuando, a la hora del almuerzo, bajó al comedor, y observó cómo los platos, los cubiertos, las copas y servilletas volaban por los aires, se sintió, si no sorpren