Esperar a que todos se duerman. Cerrar la puerta. Meter la cabeza bajo la almohada, y llorar. Desconsolada. En silencio. ¿Por qué? ¿Qué por qué? Porque esas palabras me han dolido. Y mucho. Porque, como todas, también siento celos. Es que, tampoco son todo celos. Haberlos, los hay. Te lo aseguro. Pero, duele que te digan que es lo más importante para ella, y todo eso, no lo quiero recordar. ¿Dónde quedo? Quién sabe, y es más, a quién le importa. Pues a mÃ. Pero tranquilos, sonrÃo, no digo nada. Y todo bien. La almohada me espera.