Muriendo cada dÃa
Aun recuerdo como si hubiera sido
ayer el dÃa que se marchó. Sus
palabras cortaban el aire y también
mi garganta, ese dolor me
provocaba una lenta agonÃa. Él miró
mis ojos nublados llenos de
tristeza y con las lágrimas a punto
de caer y sin compasión alguna dio
por terminado todo. Acabó con
nuestro amor, mi corazón y mis
esperanzas.
"No podemos estar juntos, yo no
puedo estar con alguien que este
dudando siempre de mi, lo sabÃas
siempre lo supiste, y lo seguiste
haciendo, ya es tarde y no hay nada
más que hacer; por favor no llores,
si algo detesto es ver llorar a una
mujer". Esas fueron sus últimas
palabras, la cuales no he podido
olvidar