Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obra de las casualidades, sino que nos est叩n misteriosamente reservados. 臓Cu叩ntas veces en la vida nos ha sorprendido c坦mo, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, pose鱈an las tablas de nuestro destino, como si hubi辿semos pertenecido a una misma organizaci坦n secreta, o a los cap鱈tulos de un mismo libro! Nunca sabemos si se los reconoce porque ya se los buscaba, o se los busca porque ya bordeaban los aleda単os de nuestro destino.