…
Dios mÃo, escucha mi oración,
no seas insensible a mi súplica;
atiéndeme y respóndeme.
La congoja me llena de inquietud;
estoy turbado por los gritos del enemigo,
por la opresión de los malvados:
porque acumulan infamias contra mÃ
y me hostigan con furor.
Mi corazón se estremece dentro de mi pecho,
me asaltan los horrores de la muerte,
me invaden el temor y el temblor,
y el pánico se apodera de mÃ. ¡Quién me diera alas de paloma
para volar y descansar!
Entonces huirÃa muy lejos,
habitarÃa en el desierto.
Me apurarÃa a encontrar un refugio
contra el viento arrasador y la borrasca.