puro patrimonio chi wá
Como tantos cerros porteños, mi nombre ha sido absorbido por el de mi hermano mayor: el contiguo cerro Cárcel, de más tamaño.
Igual suerte han corrido los cerros Perdices, Arrayán, Villaseca y Mesilla que el lenguaje ha incorporado a los cerros Toro y Playa Ancha, los cerros Loceras y Chaparro, junto al Cordillera, y el pequeño cerro Jiménez, colindante con la parte alta del Cárcel.
Con el paso del tiempo, mi nombre ha ido quedando en el olvido y cuando quieren referirse a mi, me llaman generalmente cerro Cárcel.
Pero yo estoy acá: limitando con él entre dos puntas de diamante con las sinuosas calles Ecuador y Cumming, descolgando mis antiguas casas