A ti, Piscis, te encargo la tarea mas difÃcil de todas. Te pido que recojas todas las penas de los hombres y me las devuelvas a mÃ. Tus lágrimas serán, en último término, mis propias lágrimas. La pena que absorberás será el efecto de la mala interpretación que pueda hacer el hombre de mi idea, pero tú le ofrecerás la compasión suficiente como para que él vuelva a intentarlo. A cambio de ésta, la tarea más difÃcil de todas, te concedo también el mayor don de todos. Serás el único de entre mis doce hijos en comprenderme. Pero este don de LA COMPRENSIÓN sólo es para ti, Piscis, porque cuando intentes comunicarlo al hombre éste no te escuchará.