ALEXANDER SELKIRK
Sueño que el mar, el mar aquél, me encierra
y del sueño me salvan las campanas
de Dios, que santifican las mañanas
de estos Ãntimos campos de Inglaterra.
Cinco años padecà mirando eternas
cosas de soledad y de infinito,
que ahora son esa historia que repito,
ya como una obsesión, en las tabernas.
Dios me ha devuelto al mundo de los hombres,
a espejos, puertas, números y nombres,
y ya no soy aquél que eternamente
miraba el mar y su profunda estepa
¿y cómo haré para que ese otro sepa
que estoy aquÃ, salvado, entre mi gente?
J.L BORGES. "El otro, el mismo" (1964).