Te sientes presionada y sola, no sabes qué hacer para escapar de tu rutina aburrida, subes a tu habitación y te recuestas en la cama, observando el techo detenidamente, mientras tu cerebro se pierde en mil pensamientos y deseos que no puedes ignorar. Entonces aparece una idea, la más descabellada y simple: Escapar. Escapar de tus problemas, escapar de este mundo que empeora con las horas, escapar de la realidad y sumergirte en tu propio universo donde no existen problemas, donde no hay preocupaciones, donde puedes descansar sin ser criticada. Pero no, te absorbe la realidad y solo puedes llorar.