¿Cómo puede ser que nunca te hayas casado, Nasrudim?", le preguntó su amigo.
"Bueno, tengo que decirte la verdad, pasé mi juventud buscando a la mujer perfecta.
En El Cairo encontré a una mujer bella e inteligente, con ojos como aceitunas, pero era muy cruel.
A continuación, en Bagdad, conocà una mujer que tenÃa un alma maravillosa y generosa, pero no tenÃamos ningún interés en común. Una mujer tras otra me parecÃa al principio ser la elección perfecta, pero pasado un tiempo descubrÃa que faltaba algo.
Hasta que de pronto, un dÃa, allà estaba ella. Era bella, inteligente, generosa y amable. Lo tenÃamos todo en común".
"Bueno... ¿qué pasó?, ¿por qué no te casaste