Yo, un ser humano con sueños y anhelos, con ilusiones que miran siempre al horizonte puedo decirles sin premura y con firme convicción que soy, ante cualquier circunstancia, el dueño de mi propia persona. Nadie más que lo considere como mi igual puede decir que le pertenezco. Eso, señoras y señores, será entonces la única razón por la cuál seguiré vivo y feliz de ser quien soy.