La cuestión es la siguiente: ¿A quien pertenezco? ¿A dios o al mundo? Muchas de mis preocupaciones diarias me sugieren que pertenezco mas al mundo que a dios. Una pequeña critica me enfada, y un pequeño rechazo me deprime. Una pequeña oracion me levanta el espiritu y un pequeño exito me emociona. Me animo con la misma facilidad con la que me deprimo. A menudo soy como una pequeña barca en el oceano, completamente a merced de las olas. Todo el tiempo y energia que gasto en mantener un cierto equilibrio y no caer, me demuestra que mi vida es, sobre todo, una lucha por sobrevivir: no una lucha sagrada, sino una lucha inquieta que surge de la idea equivocada de que el mundo es quien da s