En esas noches aprendà a no tener miedo.
Tiré a la basura mi corazón,
en su lugar me coloqué una piedra dura y rasposa.
La lucidez fue mÃa en esas noches lluviosas y frÃas
donde no creà en la libertad.
Seguà caminando por esas calles cubiertas de tejas
como si fueran calabozos,
ahora espero sin miedo
que unas manos asesinas
me saquen este corazón de piedra rasposa
y lo tiren a los perros hambrientos y criminales.