La vida es un acto de amor de Dios y por ello estoy agradecido, porque Su amor no tiene lÃmites, ni su misericordia...
A mis 54 años (o como dirÃa Sabina, a mis cuarenta y catorce), 51 dicen que aparento, más temprano que tarde me ha llegado el delicado momento, de poner a prueba mi fe y echarme al agua y dedicarme a la construcción del Reino de los Cielos aquà en la tierra.... ¡Bendita la hora en que me dejé encontrar por el Señor Jesús!