Existe un instante, un suspiro, en el que lo único que existe son seis cuerdas. La realidad se torna simple en aquel momento, que parece una eternidad, haciendo que la conciencia se diluya en un mar de emociones que por sà mismas se toman el control del cuerpo fÃsico cambiando las cuerdas vocales por las cuerdas de una guitarra.