Tu capricho y tu edad, según se mire,
provocan tus defectos o tu encanto;
y te aman por tu encanto o tus defectos,
pues tus defectos en encanto mudas.
Lo mismo que a la joya más humilde
valor se da en los dedos de una reina,
se truecan tus errores en verdades
y por cosa legÃtima se tienen.
¡Cómo engañara el lobo a los corderos,
si en cordero pudiera transformarse!
Y ¡a cuánto admirador extraviarÃas,
si usaras plenamente tu prestigio!
Mas no lo hagas, pues te quiero tanto
que si es mÃo tu amor, mÃa es tu fama.