No podemos estar en el presente añorando el pasado.
Ni siquiera preguntándonos por qué.
Lo que sucedió, sucedió.
Y hay que soltar, hay que desprenderse.
No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardÃos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vÃnculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!
No volver, pero no por orgullo ni por soberbia sino porque usted ya no encaja allÃ, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio, usted ya no es el mismo que se fue, hace dos dÃas, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver.