Y luego decides morir, tan lento, tan suave
que cuando la vida te invade,
cuando la gracia orquesta a tu favor una sonrisa,
se escucha entre inmundas risas
como la muerte se escapa
lentamente, suavemente...
Nacà en una planta, dentro de una sandia. La pequeña anciana que superviso mi nacimiento se sorprendió tanto de que yo siguiera vivo, que juro y juro dos veces mantenerme con su pensión del seguro social. No tengo que decir que jamas volvà a saber de ella ni de su pensión.
Y desde eso amigos mÃos, no confió en las ancianas. Aun menos en aquellas que prometen sus pensiones a niños que nacen de sandias. No es nada personal, es solo que ya no puedo confiar en ellas, mi mente no me
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