Ser o no ser, esa es la cuestión:
si es más noble para el alma soportar
las flechas y pedradas de la áspera Fortuna
o armarse contra un mar de adversidades
y darles fin en el encuentro. Morir: dormir,
nada más. Y si durmiendo terminaran
las angustias y los mil ataques naturales
herencia de la carne, serÃa una conclusión
seriamente deseable. Morir, dormir:
dormir, tal vez soñar. SÃ, ese es el estorbo;
pues qué podrÃamos soñar en nuestro sueño eterno
ya libres del agobio terrenal,
es una consideración que frena el juicio
y da tan larga vida a la desgracia. Pues, ¿quién
soportarÃa los azotes e injurias de este mundo,
el desmán del tirano, la afrenta del soberbio,
las penas del