¡Aparentar! No, señora; yo no sé aparentar. Ni el color negro de este manto, ni el traje acostumbrado en solemnes lutos, ni los interrumpidos sollozos, ni en los ojos un abundante rÃo, ni la dolorida expresión del semblante, junto con las formulas, los ademanes, las exterioridades de sentimientos; bastarán por sà solos, mi querida madre, a manifestar el verdadero afecto que me ocupa el ánimo. Estos signos aparentan, es verdad; pero son acciones que un hombre puede fingir... Aquà (Tocándose el pecho), aquà dentro tengo lo que es más que apariencia: lo restante no es otra cosa que atravÃos y adornos del dolor.