Crecà en un orfanato, al lado de cientos de niños. Conocà asÃ, la soledad en medio de la multitud. En el Colegio Seminario, aprendà con los padres paulinos a masticar y masticar, mientras me leÃan obras clásicas, a la hora del almuerzo. Para sobrevivir aprendà a observar mi entorno y a sólo hablar lo indispensable. Hoy procuro llevar la meditación a los extremos posibles y a aprender de las cosas más simples que están en la naturaleza. Disfruto del sonido que producen las gotas de lluvia sobre el césped. Y observo al ser humano, para llegar hasta su alma.