Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde
filoso de la noche.
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.
Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mà la ofrenda, el ramo que abandona
el viento en el umbral.
Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.
La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos frÃos.
Y la sed, mi memoria es de la sed, y
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