No es preciso que sea un hombre perfecto; basta que sea profundamente humano, que tenga sentimientos y un gran corazón.
Que sepa compartir dolores y alegrÃas, hablar y saber callar, sobre todo, saber escuchar, gustar de la poesÃa, de la madrugada, de la música, del sol y de la luna, sentir un gran amor por alguien o sentir falta de no tener ese amor, saber guardar un secreto.