Dame un pan, y yo te daré amo mÃo, toda mi lealtad. Si sabes del dolor de la vida y tu corazón sangra silencioso, yo me acercare humildemente a ti, y como no sé hablar, moveré mi cola y lameré tus manos extendidas al desaliento. Vive seguro de tu heredad, de tu casa, de tu rancho lejano de la montaña, porque han de matarme primero antes de permitir que nadie coja lo tuyo. Si otro amo como tú, quisiera llevarme consigo, no le obedeceré y si me violenta, huiré de su lado y te buscare a través del mundo. Llévame contigo, de caza, a la mina, a la montaña, a tu trabajo o a la guerra y pondré mis fuerzas, mi astucia, mi valor y mi vida, para servirte hasta el fin. Cuando velo tu sue