... Mi padre huérfano a los 10 años y teniendo que mantener a su madre, su hermano y sus dos hermanas, todos menores, tuvo que trabajar duramente. Apenas sabia escribir, leÃa con dificultad y hablaba un español casi gutural. Su verdadero idioma era la acción. Su territorio, la calle. Admirador ferviente de Stalin se dejó los mismos bigotes, con sus propias manos fabricó la misma casaca de cuello cerrado e imitó esos mismos gestos bonachones encubridores de una infinita agresividad.
Por suerte, mi abuelastro materno Moishe, que habÃa perdido su fortuna a causa de la crisis, tenÃa una minúscula compraventa de oro; por su carencia de dientes y cabellos, amen de unas orejas enormes