Todos sentimos el anhelo de lo salvaje. Y este anhelo tiene muy pocos antÃdotos
culturalmente aceptados. Nos han enseñado a avergonzarnos de este deseo.
Nos hemos dejado el cabello largo y con él ocultamos nuestros sentimientos. Pero
la sombra de la Mujer Salvaje acecha todavÃa a nuestra espalda de dÃa y de noche.
Dondequiera que estemos, la sombra que trota detrás de nosotros tiene sin
duda cuatro patas.
DOCTORA CLARISSA PINKOLA ESTÉS
Cheyenne, Wyoming