En lo personal, pocas cosas me dan tanto deleite como despertarme temprano, caminar, y oler el delicioso aroma a fresco… escuchar aún los cantos de los pájaros, y las calles todavÃa pacÃficas y tranquilas, antes del duro y nervioso ajetreo diario.
Y contemplar la luna en la noche, en la calle, ya casi sin gente.
Quizás disfrutar de la compañÃa de mis amigos, llenarme de sus sonrisas y del brillo de sus miradas… de tener entre mis brazos a mis pequeños sobrinos… ¡en fin!
Con sabidurÃa, Dios dijo que en verdad no podrÃamos entrar al reino de los cielos hasta que volviéramos a ser niños, y con profunda admiración, ahora que convivo a diario con mis sobrinos, puedo comprender