LAS ABANDONADAS
Cómo, me dan pena las abandonadas,
que amaron creyendo ser también amadas.
Y van por la vida llorando un cariño,
recordando a un hombre y arrastrando un niño.
Como hay quién derribe del árbol la hoja,
y al verla en el suelo, ya no la recoja,
y hay quién a pedradas tire el fruto verde,
y lo eche rodando después que lo muerde.
Las abandonadas son frutas caÃdas,
del árbol frondoso y alto de la vida,
son más que caÃdas, fruta derribada,
por un beso artero, como una pedrada.
Por las calles ruedan estas tristes frutas
como maceradas mansanas intutas
y en sus pobres cuerpos antaños surgentes
llevan la indeleble marca de sus dientes.
Tiene