Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropÃa, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo acusaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas dÃa y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquà ni el bizarro aparato de los palacios pero sà la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la tierra.
De La casa de Asterión, Borges.