“Tarde te amé, Dios mÃo,
hermosura siempre antigua y siempre nueva, tarde te amé.
Tú estabas dentro de mà y yo afuera y asà por fuera te buscaba y,
deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que Tú creaste.
Tú estabas conmigo pero yo no estaba contigo.
Me llamaste y clamaste y quebrantaste mi sordera;
brillaste y resplandeciste y curaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume y lo aspiré y ahora te anhelo;
gusté de Ti y ahora siento hambre y sed de Ti.
¡Ay de mÃ, Señor! ¡Ten misericordia de mÃ!
Yo no te oculto mis llagas. Tú eres médico y yo estoy enfermo;
Tú eres misericordioso y yo soy miserable.
Toda mi esperanza estriba en tu muy grande misericordia.
Dame