A veces no somos árboles, aunque nuestras frutas se arranquen como lágrimas, de una solitaria noche al amanecer.
Mi mente es un complejo mundo de perversiones sin sentido que se mueven al ritmo de una musiquilla inventada en el instante en que no existió el tiempo, y en el que los árboles no tuvieron más remedio que amarse a escondidas en una hora con olor a chocolate.
We’ve updated our privacy policy so that we are compliant with changing global privacy regulations and to provide you with insight into the limited ways in which we use your data.
You can read the details below. By accepting, you agree to the updated privacy policy.