Dime cómo es el cielo de nuestro verano, cómo se amontonan sobre nosotros estas nubes redondas y lanudas como ovejas, cómo en lo hondo de tus ojos se apacigua, mansa, mi alma, se obstinaba en pre- guntarle a la abuela Blanca, del abuelo Portulinus, refiriéndose a paisajes que no eran los que veÃa sino los que soñaba, porque ya por ese entonces andaba loco; loco como una puta cabra.