Estoy herido de mi felicidad; han de curarme todos los que sufren.
Al estar enamorados de una mujer, simplemente proyectamos en ella un estado de nuestra mente; por consiguiente, lo importante no es el valor de la mujer, sino la profundidad del estado.
Quisiera una velada de placer inagotable... ¡Y tu corazón tallado con mis besos!
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