En cierto modo, la indiferencia al sufrimiento es lo que convierte al humano en inhumano. La indiferencia, después de todo, es más peligrosa que la ira o el odio.
"Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo"