Melómano empedernido, locutor de vocación, comunicólogo de profesión, apasionado por las cosas en las que creo y siento, irremediable y fácilmente irritable, convencido de que la música puede cambiar al mundo.
Amante del estruendo del silencio, ese espejo que nos sentencia a escuchar el monstruo que vive en nuestro interior.