De la luz soy el desterrado,
tortuoso monólogo con la muerte,
llanto fúnebre del alumnado.
Lloro lascivia, lloro mi suerte.
Lascivia demente de sacrÃlegos besos,
dulce amargura del paria caÃdo.
Tu sangre es perfume, que una vez olido,
hacen que ebrios recorran tu cuerpo
mis labios, de tu palidez presos,
de tu juventud heridos.
Mi cuerpo en mi ataúd te espera,
hecho de tristeza, sexo y madera.
Tintado con la sangre de un rÃo,
de tu lado oscuro, de tu rincón sombrÃo.
TodavÃa tiene mi tumba impregnada
el olor de tus últimos besos.
TodavÃa llora mi almohada tu ausencia,
porque te tiene tan lejos…,
que invoco tu nombre y aúllo a la luna:
‘Soy la inmundicia, el q