El hombre sabio contempla lo inevitable y decide que no es inevitable... El hombre común contempla lo que no es inevitable y decide que es inevitable. El ignorante, afirma; el sabio, duda y reflexiona. El sabio no pretende nada: ni ser bueno, ni ser fuerte, ni ser dócil, ni ser rebelde, ni ser contradictorio, ni ser coherente... Sólo quiere ser. Los carpinteros dan forma a la madera; los flecheros dan forma a las flechas; los sabios se dan forma a sà mismos.
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