Nos dicen que recordemos la idea, no al hombre porque los hombres fallan. Los pueden atrapar, los pueden matar y olvidar. Pero 400 años después, una idea todavÃa puede cambiar el mundo. Yo he visto el poder de las ideas. He visto a gente matar en su nombre y morir defendiéndolas. Pero uno no puede besar una idea. No puede tocarla ni abrazarla. Las ideas no sangran, no sienten dolor. No aman. Yo no extraño una idea sino a un hombre. Un hombre que me hizo recordar el 4 de septiembre. Un hombre al que nunca olvidaré.