Al lector:
La estupidez,
el error,
el pecado,
la mezquindad,
ocupan nuestros espÃritus
y minan nuestros cuerpos,
y nosotros
alimentamos nuestros remordimientos,
como los mendigos nutren a su piojera.
Nuestros pecados son tercos,
nuestros arrepentimientos cobardes;
Nos hacemos pagar con creces nuestras confesiones,
Y volvemos alegremente al camino fangoso,
Creyendo lavar con viles llantos todas nuestras manchas.
En la almohada del mal es Satán Trimegisto
Quien mece mucho tiempo nuestro espÃritu encantado,
Y el rico metal de nuestra voluntad
Se ha evaporado totalmente
por obra de este sabio quÃmico.
¡El Diablo es quien maneja los hilos que nos mueven!
A los obje
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