Quiero la idea que avanza hacia lo desconocido sin mirar atrás; la idea clavada en las entrañas del misterio, en el fondo del agujero donde sólo cabe una mano; la idea embriagada de soledad y de fe, la idea cuyos golpes no son oÃdos de nadie. Para ella no hay caminos, porque ella se los abre y no retrocede nunca; no hay propaganda ni comercio posibles. No está en poder de nosotros recompensarla, sino seguirla. Es el vértice sagrado de la humanidad en marcha.