Dicen que a cierta edad las mujeres nos hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina y que nos volvemos inexistentes para un mundo en el que solo cabe el Ãmpetu de los años jóvenes.
Yo no sé si me habré vuelto invisible para el mundo, es muy probable, pero nunca fui tan consciente de mi existencia como ahora, nunca me sentà tan protagonista de mi vida, y nunca disfruté tanto de cada momento de mi existencia.
Descubrà que no soy una princesa de cuento de hadas, descubrà al ser humano que sencillamente soy, con sus miserias y sus grandezas.
Descubrà que puedo permitirme el lujo de no ser perfecta, de estar llena de defectos, de tener debilidades, d